miércoles, 25 de enero de 2012

La Flor del Silencio

 Un día en una pradera se encontraban presentes 3 bellos habitantes: Un árbol, un helecho y una margarita. En un momento inesperado la margarita mostró lo que parecía ser algo extravagante y a la vez dotado de cierta belleza: era una flor, su primera flor. Esto causó conflicto.
 El helecho no podía entender qué es lo que hacía esta planta, decía: "las plantas, como yo, hemos lucido toda la vida de esta forma, todas verdes, subsistiendo y sin sonrisa. Esta margarita es una atrevida y egoísta por querer aparentar ser más bella y sabia que todos los habitantes de esta pradera". Luego, miró al árbol como pidiendo compasión; por lo que el árbol comentó indignado: "Definitivamente es un insulto que te atrevas a lucirte de esa forma, no es bueno que te jactes de una cualidad nueva para embellecer tu vida".
 Margarita pensó: ni el helecho ni el árbol entienden. Y a continuación dijo: "Helecho, ésta flor nace de mi condición de ser lo que soy; somos plantas pero ¿cuál es el problema si a mí me nace una cualidad nueva?. Árbol, no es que me atrevo a lucir esta flor, ella sencillamente salió, no es un mérito mio y por lo tanto no es un insulto".
 Como a los amigos de margarita: árbol y helecho, ¿cómo es posible explicarle a una problemática mente la Flor del Silencio?

viernes, 20 de enero de 2012

La verdad es Silencio

Una vez, cuando niño, me di cuenta de que me estaban mintiendo. Con la furia de un león encaré a la persona y le dije: ¡me dí cuenta de que no es verdad lo que me dijiste! -luego de un momento de silencio añadí- ¡Ahora decime la verdad!
 Estaba tan inmensamente desesperado e indignado por oír las palabras que vendrían a continuación, que en ese mismo momento noté algo maravilloso: No tenía una mente. ¡Yo no tenía una mente! había desaparecido todo interés por investigar, argumentar o analizar: En ese momento yo sólo tenía oídos.
 En ese momento le dije a mi amigo "espera, espera. No digas nada. He encontrado algo mucho mejor que tu verdad, y es este silencio que me predispone a escuchar. Ahora es más bello el silencio, por favor, no lo destruyas con tus palabras. Dejame regocijarme en esta paz... "
 Desde entonces, nunca más oí su respuesta y nunca más me interesó.