[se sugiere bucear previamente en las publicaciones precedentes "Ellas" y "Ellos". Gracias]
El sagrado encuentro es el encuentro de 2 consciencias, que se
convierten en 1 por sólo percibirse dentro de la misma y única realidad
que es la Vida. Puede ser ellas con ellas o ellos con ellos, no tiene
importancia el género, ya que la consciencia que finalmente todos
saboreamos está más allá de esa distinción.
Sin embargo, en otra ocasión
escribí sobre la experiencia del Yo verdadero según la vivencia un
vehículo con carga masculina o con carga femenina. Y ahora quisiera
desarrollar (sabiendo que será incompleto, siempre) algunas
características de la relación entre el mundo femenino y el masculino, y
la calma sagrada que se halla cuando ambas energias se vuelven
conscientes de sí mismas, de ambas una de la otra y del Yo verdadero,
permanente y universal al que ambos poseen acceso, y de hecho son eso en
el núcleo.
¿Por qué Yo verdadero? ¿qué quiere decir?
El Yo verdadero
se percibe al haber descartado todos nuestros adjetivos, características
y cualidades. Por más profunda que sea la percepción de nuestro ser
particular (personalidad, energia, ritmos, dones, potencialidades) nunca
estaremos percibiendo el centro, es decir el verdadero Yo, porque
siempre que nos refiramos a alguna característica personal o particular,
no es ESO el centro... pues el centro, como dije, carece absolutamente
de características. Y es por eso que todos y Todo lo comparten, porque
allí está aquello que Es y no puede ser dicho, por no poder ser
descrito.
Respecto a la carga femenina y
masculina, éstas son las últimas capas y más profundas, que un sujeto
puede conocer de sí mismo. Por eso, al dar un paso más profundo, al
atravesar su natural condición, una persona consigue finalmente hallarse
frente a su propia frente... es decir, frente a lo que Es y todos
son... más allá de su masculinidad o femineidad... y de allí hacia
arriba todas las características periféricas.
Cuando decimos "encuentro sagrado", la palabra 'encuentro' remite a
un 'hacer', a una 'acción' que está por suceder, a algo que llevarán a
cabo juntos aquellos que se encuentran. Esta es la dinámica de la
palabra 'encuentro': algo que se desarrollará.Pero si hablamos de
'sagrado' ya no podemos referirnos a una acción, a un desarrollo, a lo
que sucederá, a lo que se hará. Carece de relevancia la acción, ya que
estamos viviendo en el terreno del íntimo Yo, centro de la Vida; desde
ahí se es sí mismo, se es la verdad del momento presente, no hay una
noción anticipada de "lo que debería hacerse" ahora.Pero, he aquí una
trampita de la existencia y la percepción: el cristal a través del cual
el "yo" personal ve al Yo verdadero.
La capa más cercana al Yo del Cosmos, es la
instancia de la naturaleza íntima del vehículo cuerpo-mente, es decir lo
femenino y lo masculino: esto esta en cada célula, pensamiento,
emoción, proceso y percepción. Cada característica del sujeto está
matizada y teñida por su condición: masculino o femenino.Así, incluso la
percepción de lo Absoluto, de la Libertad, del Yo verdadero, resulta
matizada por el género. Es decir, el inentendible despligue del tiempo,
la práctica de la vida, la vivencia personal, continúa matizada por la
carga femenina o masculina (dependiendo del sujeto) a pesar que se tenga
conocimiento de la verdad de que Todo es Uno, más allá del género. Esto
es paradójico, gracioso, y divertido.Si bien el Centro del ser ha
obtenido pleno conocimiento de sí mismo, el cuerpo continúa en
funcionamiento... y aquí está la clave: el cuerpo es un organismo dotado
de información instintiva acorde a las energias, vivencias y
experiencias no sólo de su actualidad, sino también de sus experiencias
más recónditas: del polvo de la Tierra y las estrellas nos conformamos, y
ese polvo lleva consigo su propia experiencia. Y al organizarse en un
individuo, aún está allí, presente y palpitante. Entonces, aquí nos
hallamos teniendo una experiencia corpórea dotada de vida y experiencias
pasadas... y también tenemos la consciencia de nuestra más presente
alerta sobre el núcleo del Ser.
¿Cómo, entonces, puede haber un Sagrado Encuentro de Ellas y Ellos?
Estando
presentes a su particular modo de estar en el mundo.
El hecho de estar
presentes mantiene la noción de su Yo verdadero... es decir lo que
verdaderamente los unifica el uno con el otro. Una tontería sería
aclarar que la sexualidad no conforma una vía verdadera de unificación.
El acto sexual es una acción, y por eso no unifica. Lo que unifica es la
noción del verdadero Yo.
Así, en esa noción,
permanecer aún conscientes que el despliegue de la vida les continuará
trayendo naturalmente emociones, pensamientos, intuiciones, ritmos y
tiempos que provienen de su género: masculino o femenino.
Para concluir,
aunque todos estos escritos necesitan un final abierto, el desplegue de
la vida necesita de hombres y mujeres conscientes de sus cualidades
íntimas; necesita que ellos y ellas estén presentes con sus modos de
estar instintivos y no creer que así como ellos ven el mundo todo ser
humano "normal" debería verlo. Ya no estamos hablando de
condicionamientos psicológicos, sociales, económicos o culturales...
todo eso ha sido trascendido... ahora estamos tratando el tema de la
percepción más profunda que un ser humano puede alcanzar: su verdadera
esencia y el conocimiento continuo del vehículo corpóreo que le fue
otorgado.
Nada aporta al bienestar sagrado de mujeres y
hombres, el estar en continua inconformidad e insatisfacción con lo que
el otro género piensa y dice. Nada aporta criticar o culpar al otro. No
se encuentra la satisfacción pensando que el modo en que yo concibo el
mundo es algún tipo de parámetro desde el cual puedo juzgar la vida y
los modos de otros seres humanos.
La
comprensión y profundidad requiere un coraje pocas veces visto en el
Universo.
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