lunes, 11 de julio de 2011

La urgencia de silencio y el silencio en sí

  Realmente hay una urgencia de silencio en la vida humana. La mente humana ha creado miles de capacidades, ha evolucionado para sí misma. Ha evolucionado para la criatura que habita: la especie humana. La especie humana ha ido más allá de lo que siempre pudo imaginar. Ha superado su propia imaginación, su propia mente.
 Después de estos cientos de miles de años de existencia, la existencia humana comienza a experimentar sed. Como un honesto trabajador, como un imparable obrero, como un implacable científico, comenzamos a sentir sed. Esta sed es muy significativa. La sed es sólo una señal. Nuestro cuerpo se está deshidratando, nuestra alma se esta comenzando a deshidratar también. El mejor remedio para la sed del cuerpo es el agua, sólo el agua; el mejor remedio para la sed del alma es la verdad, sólo la verdad. ¿Qué verdad? esa verdad se puede describir, como el agua. Esa verdad es observarnos a nosotros mismos viviendo desde una verdad. Cualquiera que sea la verdad. Nuestra sed está en ver cómo el rumbo de nuestra vida esta siendo guiado por la verdad, cualquiera que sea. Vernos a nosotros mismos actuar con una verdad es saciar la sed del alma. Es música para los oídos, oir la verdad, oírnos diciendo la verdad. ¿Cuánto tiempo puede uno guardar una mentira, sostener una mentira? cuanto más empecinados estemos en aguantar la sed.
 Hoy en día los humanos experimentamos mucha sed. Tiene su motivo, tiene su lógica: hemos trabajado duro por miles de años. Hemos creado una civilización maravillosa, con todos los edificios, la variedad de diseños, distintos modos de almacenar información, distintas teorías para explicar el universo... Después de haber trabajado tanto afuera, sobre el mundo, sobre los objetos... comienza a haber una urgencia: saber quienes somos, para qué hacemos lo que hacemos. Hemos hecho tanto, tantas fórmulas, tantas técnicas, tantos edificios, tantas investigaciones. Pero todavía no podemos responder con facilidad esta pregunta: ¿cómo digo la verdad? Decir la verdad es algo extraño en este mundo.. ¿en que sentido hemos evolucionado?  Hemos construido y construido, ¿será que la  urgencia de hoy en día esta en cómo construir una vía para decir la verdad, hacer la verdad, verme con verdad? ¿Qué más queda en este Universo? ¿Qué más nos queda por hacer? Hicimos todo lo que era posible en esta existencia, salvo una cosa: Vivir con verdad.
  Si no vivimos con verdad, nos transformamos en nuestros propios enemigos. Primero individualmente, después colectivamente, y después mundialmente. Ahí esta la urgencia. Es lo último a lo que el ser humano debe enfrentarse: vivir con verdad.
 Es necesario vernos más allá de la mente para vivir con verdad, es necesario vivir más allá de la mente para vivir con verdad. Es imprescindible comprender el oceano de silencio en el que está sumergida la vida, con el fin de ver la verdad.
 Es por eso que pido silencio.
 No para acabar con lo que hemos construido, sino para continuar, construyendo algo nuevo. Algo que es necesario y es nuevo: silencio en el corazón, verdad.
 La urgencia de silencio no debe hacernos ruido, ese ruido es un ruido infantil, el miedo infantil de quedarnos solos, con nuestra verdad. Por eso, más allá de la urgencia del silencio, lo mejor es el silencio en sí. El silencio nos lleva a la verdad, a ver la verdad. Esa verdad nos une al Todo, nos permite gozar de todo lo que es la vida. No nos deja solos, nos une a la vida, a nuestra Vida.

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